Iván Ferreiro es un cantante muy particular. Gallego, de Nigrán ha conseguido lo que muy pocos cantantes: llegar a lo alto, dejarlo todo para reinventarse o hacer realmente lo que deseaba y triunfar de nuevo. Muchos de vosotros lo conoceréis más si lo asociáis al grupo Los Piratas, grupo referente de la música en España desde la década de los 90 hasta el 2004, en que se separaron.
Lo que destaca de la música de Iván Ferreiro no es solamente la calidad de sus letras, la música cuidada, bien estudiada que hay en cada uno de sus temas. Lo que valoro es la capacidad de este cantante para llegar a un público numeroso y diverso, que gana adeptos y, sobre todo, cómo los músicos que lo acompañan están involucrados en el proyecto que propone este artista.
En los vídeos que tiene de ese acústico que mezcla, música, teatro, colaboraciones…, Confesiones de un artista de mierda, vemos como hay una energía común entre todo el grupo, vemos como lo viven y disfrutan de cada nota y no tiene que ver solo con tocar, es mucho más. esto ocurre porque no solo hay un proyecto sólido detrás, sino que las personas que están en él creen en el mismo y es parte de sí mismos.
Cuando escucho a Iván Ferreiro pienso en caminar, en andar por entre las calles, en acercarme a la playa con sentimientos encontrados. Son temas que hablan del ser humano, con sus contradicciones, con lo mejor y lo peor de él, de su fragilidad. Sus letras son poemas, no pretenden ser superficiales o solamente gustar. Son una prolongación de lo más profundo de los sentimientos, sin importar que al público le puedan gustar o no. Es un artista.
Como todo artista tiene algo que lo hace tal: te gusta o no te gusta, no hay término medio. Te puede atraer su música, como me pasa a mí, y bucear en ella, lo cual no implica que me guste todo lo que ha publicado, pero sí puede decir que cada vez que lo vuelvo a escuchar descubro nuevas interpretaciones en sus letras, matices y recupero recuerdos asociados a su música. Lo dicho, Ivan Ferreiro es grande, como músico y como persona.
© La Mirilla Curiosa