No conocía a El niño de Elche. La primera noticia que tengo de él fue una noticia en el periódico en el que, según parece, hubo una gran polémica con su actuación en la XX Bienal de Flamenco de Sevilla. Lo de siempre, que si lo que hace no es flamenco, que si la pureza de, que qué vergüenza, que si el espectáculo no era flamenco, que si patatín, que si patatán.
Vale, no soy un experto en la materia, no lo voy a negar, pero a estas alturas de la vida, decir que lo que hace no es flamenco, bueno… mejor callar la boca y no escupir arriba, no vaya a ser que te caiga encima. Continuar leyendo «El niño de Elche»
No es porque sea de Redondela, cerca de mi ciudad natal, Vigo. No es porque sea un gran músico, uno de estos artistas que lleva su música más allá, que comparte su sabiduría musical. Tampoco es porque se atreve a bucear en diferentes estilos. Si pongo algunas palabras en este post para elogiar a Alberto Vilases porque, al escucharlo la primera vez, notas que la piel se eriza, ese pellizco que te hace pensar… «este sí». Continuar leyendo «Alberto Vilas»
Mama Cass era una de esas voces que, cuando la escuchas, la sitúas perfectamente en el contexto musical y en la época en la que ella cantaba. Una de las características principales que me gusta de algunas cantantes de otras décadas era que se preocupaban y se ocupaban de tener un buen directo, de que su voz, fuera de los discos, sí escuchara igual que en los diferentes formatos.
Sin embargo, a diferencia de otras cantantes, ella tuvo un handicap respecto a otras que no podía superar y, sobre todo, fue fuente de críticas por parte de muchos seguidores y también de gente relacionada con la música, sobre todo críticos musicales. Tenía muy buena voz y lo que a muchos no les parecía bien era que físicamente no estaba dentro de los estándares físicos, que eran importantes en ese momento. Continuar leyendo «Mama Cass»
Era su última oportunidad. Se lo jugaba todo a una carta y, si perdía esa mano, dejaba la música. Fue entonces cuando, desde lo alto de un edificio, unos músicos se pusieron a tocar un tema que hacía que la gente comenzara a mover las caderas. Y sonó: La flaca. Todas las emisoras se volvieron locas, los oyentes supieron quién era Jarabe de palo y el mundo de la música ganó un artista.
Bajo una ropa muy informal, con sus vaqueros, camiseta o ropa de lino y el pelo largo, en coletas y un poco desgarbado, el sonido fresco y letras pegadizas, que no simplonas, enganchado a un público que quería algo más, divertido, sin ser pueril, pero que contara algo en cada canción, que no se quedara sólo en una imagen. Y él lo daba por qué no era un crío cuando saltó a la fama. Ya tenía un bagaje musical dentro y fuera de España.
Muchos éxitos, giras, discos y respeto por un estilo y una trayectoria interesante y cuidada. Ahora es un artista maduro, que busca otro tipo de sonidos y eso lleva a que la fama ya no es la misma, aunque mantiene esa conexión con el público, con lo que algo nuevo llama la atención y se desea escuchar.
Jarabe de palo es uno de esos grupos que surgió en el momento oportuno, cuando se buscaba algo nuevo y fresco que llegara a los oyentes, pero tuvo el acierto de madurar rápidamente y buscar su espacio en el universo musical de las radio fórmulas y de las discográficas. No se conformó con ser únicamente un grupo que apareciera durante la temporada y luego se olvidara. Supo rodearse de buenos músicos y, sobre todo, ganarse respeto de otros más consolidados.
Jarabe de palo es uno de esos grupos que, aunque pase el tiempo, cuando recuperamos sus canciones de sus primeros momentos y las escuchamos, siguen sonando frescas, siguen sonando, como dice su cantante en uno de ellos, «bonito». Creo que está bien seguir teniendo presentes a grupos que son parte de nuestra trayectoria musical y, sobre todo, si son españoles.